Jezabel Luján Pinelo
A consecuencia de las obras de infraestructura que se desarrollaron en el municipio de San José Chiapa en el extremo centro oriental del estado de Puebla, se hizo necesaria la presencia de personal de investigación por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia de la delegación Puebla. El Proyecto Salvamento Arqueológico AUDI se apostó en el área desde mediados de 2013.
La información que ha arrojado la investigación en esta zona de la Cuenca de Oriental del valle Puebla-Tlaxcala ha sido vasta y variada, lo que ha permitido entender la importancia de los pueblos agrícolas que se asentaron en esta área alrededor de 800 años antes de la era cristiana y la relevancia que tuvieron los antiguos pobladores a un nivel regional, en distintas épocas.
¿Cómo vivían? ¿Qué comían? ¿En qué creían?, son algunas de las preguntas a las que poco a poco se va dando respuesta a partir de los diversos materiales que fueron recuperados cuidadosa y sistemáticamente registrados durante las exploraciones: cerámica, piedra, hueso, arquitectura, etc.
Uno de los objetos recuperados durante la segunda temporada del proyecto en el año de 2014 y que ahora forma parte del logo de la Asociación Pro-Museo Chiapa que encabezan vecinas de la población, corresponde a una figura elaborada en arcilla, de 35 cm de alto por 29 cm de ancho que presenta a un personaje antropomorfo (anthrōpos=hombre y morphē= forma) el cual porta sobre la espalda un elemento desde el que soporta lo que parecen haber sido cinco braseros.
Durante las excavaciones fue hallado en fragmentos, por lo que posteriormente fue restaurado por una especialista, fue localizado como parte de una elaborada ofrenda que contuvo varios metates y vasijas, posiblemente depositados a una mujer adulta.
Es probable que esta escultura cerámica sea una personificación del antiguo Dios del Fuego, al cual se le ha representado en diversos sitios en toda Mesoamérica. Las características más comunes de este dios es la presencia de arrugas y que abraza o porta un brasero sobre su cabeza o la espalda. A partir de investigaciones que se han realizado sobre los dioses aztecas — una civilización que vivió casi dos milenios después que las primeras aldeas de San José Chiapa—, sabemos que a su dios del fuego lo llamaban Xiuhtecuhtli (xíhuitl: hierba, o turquesa y tecuhtli, señor’ ), que Duran lo traduce como “Señor del año o de la hierba”[2], mientras que León Portilla lo denomina “Señor del fuego y del tiempo”, ambas nominaciones la relacionan con Huehuetéotl (Huehue: Viejo y téotl: Dios) "el dios viejo" como manifestación de la dualidad primigenia, padre y madre del resto de los dioses (Portilla, 2017: 219)
Para los aztecas existían dos tipos de fuego, uno solar y otro terrestre, el primero era gobernado por el dios Tonatiuh (El sol), mientras que el segundo surgía de la tierra al abrirse. Por lo que es probable que la escultura de Chiapa se trate de la representación del dios terrestre del fuego. Sin embargo, la particularidad del personaje es que no sólo porta un brasero, sino cinco de estos, lo cual nos habla de la noción de tiempo y espacio que tiene esta deidad, cinco son los dedos de la mano y con lo que se aprende a contar, cinco son los rumbos que concebían los mesoamericanos para entender el espacio, las dimensiones: norte, sur, este, oeste y el centro[3].
Algunas representaciones del concepto de los rumbos cardinales y el centro o quincunce.
Otro aspecto que llama la atención de esta representación, es que se trata de un personaje asexuado — lo cual enfatiza la idea andrógina de la deidad—, cuyo rostro parece portar una máscara o tratarse de un ser en transformación, lo cual le podría en relación con el dios Xipe totec “Nuestro señor el desollado”, una deidad muy temprana, posiblemente originada en la cultura olmeca o con los Yope en Guerrero, relacionado con la regeneración de la de la vegetación y de la vida. [4] , con los ojos saltones y labios prominentes, su cabeza muestra un mechón, incluso el soporte que presenta no es recto sino curvo, lo cual da la impresión de tratarse de una cola.
Ozomatli, signo 11 del Tonalpohualli o calendario azteca.
Lo cual nos hace pensar en la mitología mexica del mono, el cual, durante la creación del segundo sol en Teotihuacán, el nahui-Ehécatl= El sol de viento, en el que los sobrevivientes de la segunda humanidad fueron convertidos en monos, animal asociado a la inteligencia, al juego, la abundancia y la sexualidad. El mono u ozomatli, es también el signo undécimo del calendario azteca, en el cual las personas que nacían bajo este signo:
A los que en este signo nacían, tenían por hombres alegres, truhanes, graciosos, representadores y ganaban su vida a ello; tendrán muchos amigos, serán cabidos entre los reyes y señores, y si fuere mujer, será cantora, regocijada, graciosa, no muy honesta ni casta, risueña y muy fácil de persuadir en cualquier cosa. (Duran, 1579: T.I, p. 230)
Sabemos que de la vejez está relacionada con la sabiduría que da la experiencia vivida, por lo que estos pueblos consideraban que las personas viejas portaban la verdad y la transmitían, simbolizaban el origen de los tiempos, eran padres de todos los demás dioses y generaciones. Es en esta etapa de la vida que el género se difumina, tanto hombres y mujeres muestran los pechos y barrigas colgantes, les crecen pelos en la barbilla, sus bocas pierden sus dientes, sus cuerpos se arquean.
La vejez era también vista por los pueblos nahuas, como la etapa de la vida que, al estar próxima a la muerte, a la nueva etapa de transición, la persona se podía permitir ciertas licencias, como emborracharse con el pulque, jugar y reír sin reservas, volviendo a ser niños, transformarse nuevamente en seres que habitan bajo la tierra, como el ajolote y su rostro que figura un pequeño niño sonriente.
No podremos saber cómo nombraban los antiguos pobladores chiapeños a su dios del fuego — ya no quedan hablantes del náhuatl, ni de ninguna de las lenguas originarias en el municipio—, podríamos pensar que esta escultura fue enterrada en honor a una mujer vieja, una matrona de la aldea a quien se le enterró con sus metates y ollas. Esta mujer sabia quizá formó parte de la generación fundadora de su pueblo, quizá de carácter alegre, posiblemente habría nacido bajo el signo del mono, en fin, esta escultura nos puede llevar a pensar muchas cosas y puede haber muchas interpretaciones sobre ella, ésta es sólo una posibilidad.
Lo cierto es que es una pieza única en su estilo, actualmente custodiada por el INAH-Puebla, pero esperemos poder apreciarla expuesta en su sitio de origen, en un museo digno que la acoja en San José Chiapa o en sus alrededores.
[1] Suárez Cruz, Sergio y Jezabel Luján Pinelo (2015) Informe Técnico final del Proyecto AUDI, Temporada 2014. Mecanuscrito, Archivo de la Sección de Arqueología del Centro INAH Puebla.
[2] https://gdn.iib.unam.mx/diccionario/xiuhtecuhtli
[3] Para leer más https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/huehueteotl-xiuhtecuhtli-dios-del-fuego
[4] https://www.worldhistory.org/trans/es/1-12088/xipe-totec/
Fuentes consultadas
- Cartwright, Mark (2013) Xipe Totec, World History Encyclopedia [ref del 10 de noviembre de 2022] Disponible en https://www.worldhistory.org/Xipe_Totec/
- Fernández, Adela (1992) Dioses prehispánicos de México: Mitos y deidades del panteón náhuatl, Panorama, México: pág. 104.
- Gran Diccionario Náhuatl [en línea]. Universidad Nacional Autónoma de México [Ciudad Universitaria, México D.F.]: 2012 [ref del 10 de noviembre de 2022]. Disponible en la Web http://www.gdn.unam.mx
- León-Portilla, Miguel (2017) La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes, 11va. Ed. México, UNAM-IIH. Disponible en http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/filosofia/nahuatl.html
- Matos, Moctezuma Eduardo (2002) “Huehuetéotl-Xiuhtecuhtli dios del fuego”, Arqueología Mexicana, núm. 56, pp. 58-63.[ref del 10 de noviembre de 2022]. Disponible en la Web https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/huehueteotl-xiuhtecuhtli-dios-del-fuego
- Suárez Cruz, Sergio y Jezabel Luján Pinelo (2015) Informe Técnico final del Proyecto AUDI, Temporada 2014. Mecanuscrito, Archivo de la Sección de Arqueología del Centro INAH Puebla.
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